Los moderadores del debate y el pacto de civilidad una cuenta pendiente…

21.05.2018

Con antelación a la realización del segundo debate presidencial, se discutió sobre la pertinencia de fijar las reglas para el comportamiento de los candidatos. Fue así como se firmó lo que se denominó un “pacto de civilidad”.

Sin embargo, después de haber presenciado lo acontecido en Tijuana, tenemos como saldo que estas reglas de comportamiento se quedaron cortas, no sólo por lo que se refiere a la exigencia ciudadana de más propuestas y menos ataques entre los contendientes, sino que en la ecuación no se integró el comportamiento de los moderadores, los cuales pecaron de un protagonismo excesivo que, poco y nada permitieron que el tiempo restado de la renuncia de la señora Zavala, originara un mayor intercambio de ideas entre los asistentes.

La lección… es que no es suficiente que el INE proponga formatos novedosos, sino también que debe ser cuidadoso en la selección de los moderadores y, por tanto, una propuesta interesante sería que, en este tercer y último debate a celebrarse el próximo 12 de junio, además de la firma de un “pacto de civilidad” por parte de los candidatos, este también sea extensivo a los comunicadores que tendrán la tarea de su conducción.

Es ahí donde radica la verdadera cultura democrática, como pedir más propuestas y menos ataques, cuando los moderadores no son capaces de dejar de lado el apetito personal para dimensionar que lo que se encuentra en juego es el futuro del país.

O, simplemente en un ejercicio de autocrítica ciudadana que salió a relucir en el debate, como exigir un trato digno para nuestros migrantes en los Estados Unidos, si somos incapaces de ofrecer condiciones dignas a los migrantes centroamericanos que ingresan por nuestra frontera sur.

Y, del mismo modo comprender que los problemas con nuestros vecinos del norte no se arreglan por proferir el insulto más estridente.

Lo cual nos trae, una vez más al problema de origen, como pedir un debate de altura, cuando las partes en juego: clase política y moderadores, no son capaces de generar las condiciones mínimas para tener un debate donde los verdaderos protagonistas sean los candidatos.

Por tal motivo, para saldar la cuenta pendiente que nos dejó este segundo debate será necesario garantizar que la firma de un “pacto de civilidad” no se limite a los candidatos, sino también sean los moderadores, en un deber democrático, quienes se comprometan a generar un debate abierto, desinhibido y vigoroso, bajo el entendido que cualquier ambición personal debe ser dejada de lado.

Así, para saldar esta deuda que nos ha dejado este debate es urgente que el árbitro electoral tome cartas en el asunto, lo cual se dará con un compromiso de todas las partes involucradas en un potenciado “pacto de civilidad”.


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